Artículo escrito por: Ana Luz Sánchez
¿Por qué nos cuesta aceptar a China? Es una interrogante que parece absurda, pero entonces: ¿por qué no les aceptamos cómo líderes actuales del mundo? No estoy sugiriendo que China esté exenta de críticas, pero es crucial entender que existe una percepción negativa e inclusive discriminatoria hacia China y que únicamente hay alguien a quien culpar en gran medida por las políticas y representaciones de China hacia el mundo: Estados Unidos.
Mean Girls
Estados Unidos es como la Regina George de la geopolítica. Te tiene miedo o te ve como un rival, por ende va a inventar un chisme sobre ti. O te va a invitar a una fiesta de disfraces en la que probablemente sólo tú estés disfrazado.
La Guerra Fría con Rusia, puede percibirse como una pelea infantil, donde solo se buscaba probar quién era el mejor entre todos los niños del kínder. Para el reciente conflicto geopolítico entre Estados Unidos y China, Estados Unidos utilizó una técnica que sabe transmitir muy bien en las películas que produce: la discriminación.
Pensemos en la pandemia: China estaba posicionándose sin dificultad alguna como el nuevo gran líder del mundo. Y, de la nada, un virus desató un odio por la comunidad china y asiática alrededor del mundo, y dichas reacciones fueron propiciadas por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El manejo de la pandemia por parte de Estados Unidos y sus políticos influyentes se convirtió en una plataforma para la retórica anti-china. Desde el término 'virus chino' hasta la acusación de que China era responsable de manera exclusiva por la propagación del COVID-19, estas acciones sólo contribuyeron a aumentar la hostilidad hacia la comunidad asiática en todo el mundo. El poder de la narrativa y la retórica política no debe subestimarse pues moldean la opinión pública y perpetúan estereotipos dañinos.
No obstante, esta no es una historia de una sola pandemia. A lo largo de la historia, Estados Unidos ha utilizado tácticas similares para mantener su influencia global, promoviendo una visión sesgada y negativa de China. Desde la Ley de Exclusión de Chinos de 1882 hasta los estereotipos en los medios de comunicación contemporáneos, la discriminación ha sido una herramienta recurrente utilizada para contener el ascenso de China.
Nuevas dinámicas
Desafortunadamente para Estados Unidos, estos intentos de contener el liderazgo chino han sido en vano. La realidad es que le cedió el camino a China para ser el nuevo conciliador del mundo. La realidad de esta nueva dinámica internacional es que el mundo se encuentra en un punto de transformación, más que en un estado de confrontación directa en el que China está por tomar el mando y, tanto Estados Unidos como nosotros debemos entenderlo.
En el caso de Estados Unidos, es necesario comprender su interdependencia económica con China. Ambos países son importantes socios comerciales y de inversión el uno para el otro. Esta interdependencia crea un conjunto de incentivos que pueden actuar como un amortiguador contra el conflicto militar directo (lo que no es bueno para Estados Unidos debido a su negocio armamentista).
Asimismo, contrario de la administración de Trump —quien inclusive se reunió con Xi Jinping—Biden emitió una orden ejecutiva que prohíbe las inversiones estadounidenses en empresas chinas con supuestos vínculos militares.
La administración de Biden también ha buscado fortalecer la cooperación con sus aliados, como la Unión Europea, para abordar las preocupaciones relacionadas con China. Han trabajado juntos en temas como el comercio, el cambio climático y la protección de la privacidad de los ciudadanos. Así como fue llamado el CEO de TikTok al Congreso de Estados Unidos para “aclarar cómo era que el gobierno chino robaba información de los hogares estadounidenses”
Por su parte, China ha buscado consolidar su posición en la cooperación internacional mediante iniciativas comerciales y económicas clave, como el Cinturón y la Ruta de la Seda.
El Cinturón Económico de la Ruta de la Seda consiste en una red de carreteras y ferrocarriles que conectan China con Europa a través de Asia Central y Rusia, mejorando la infraestructura para facilitar el comercio. La Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI se enfoca en mejorar las rutas marítimas y puertos que conectan China con Europa a través del Mar del Sur de China y el Océano Índico.
Estas iniciativas tienen como objetivo promover la conectividad y el intercambio económico a nivel global. Asimismo, creó su contraparte al Banco Mundial, el Banco de Desarrollo de China (BDC), que recientemente renovó un acuerdo de cooperación estratégica con el Banco Nacional de Comercio Exterior de México (Bancomext).
Este Banco se enfoca en la financiación de proyectos de desarrollo de infraestructura y otros proyectos de inversión de gran envergadura en China y en otros países. En conjunto con el BDC, está el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), un prestamista multilateral creado y controlado por China, que representaría la contraparte al Fondo Monetario Internacional.
El nuevo rol chino
Y, en una jugada clave, China se convirtió en un pacificador en una región crucial para Estados Unidos: el Medio Oriente, una región que fue securitizada al igual que su principal religión por Estados Unidos, haciendo de todo aquel que proviniese de ella el villano de la historia aprovechando los hechos del 9/11.
En esta región llena de conflictos entre las naciones que la conforman, el mediador principal en los últimos años ha sido China. Ayudó, por ejemplo, con la reapertura de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán y, tiene en la mira el conflicto Israel-Palestina, que Estados Unidos ha fallado en moderar desde inicios del mismo. Y, no se puede dejar de lado que, además, se encargó se securitizar la principal religión de la región después del ataque del 9/11, utilizando las mismas técnicas que que ha hecho con China, siendo los malos de las películas.
En última instancia, la discriminación hacia los asiáticos, impulsada en gran medida por Estados Unidos, no solo es injusta, sino que también boicotea la posibilidad de una cooperación global efectiva, que tanto promueve Estados Unidos.
Si queremos avanzar hacia un mundo más equitativo y justo, debemos reconocer y superar estos prejuicios arraigados. Como miembros de la comunidad internacional, es hora de dejar de ser influenciados por las narrativas de la discriminación y empezar a ver a China y a su gente por lo que realmente son: actores globales en una comunidad internacional diversa y compleja.