Artículo escrito por: Saul Vega De Ita
El Partido Comunista de México (PCM) anunció que participará en las elecciones presidenciales —y algunas locales— bajo la figura de candidato no registrado. Es la primera vez que lo hace desde el año 1976, en el que el ferrocarrilero Valentín Campa consiguió más de un millón de votos, alrededor de un 5.6% de un total de 17.6 millones de electores y sin aparecer en la boleta. Tal parece que el actual PCM busca repetir la hazaña del entonces Partido Comunista Mexicano y así recobrar relevancia en la vida política del país, esta vez por medio de la candidatura de Marco Vinicio Dávila Juárez, biólogo y sindicalista oriundo de Veracruz.
Pero: ¿Qué podemos esperar de esto? Desde que se hizo pública la decisión, he seguido de cerca las actividades y comentarios de Marco Vinicio Dávila a través de redes sociales y, aunque su campaña apenas va comenzando, ya tengo cosas que decir. Hoy, presento mis primeras impresiones como un comunista, pero no militante del PCM.
La reputación del partido. Denuncias por violencia de género.
Primero lo primero, porque todo análisis posterior sobra a la luz de esto. En marzo de 2021, la colectiva Denuncia a tu Macho de Izquierda hizo pública una lista de denuncias por violencia de género al interior de distintas organizaciones políticas. El PCM encabezaba la lista con 35 denuncias, que incluían violación, pedofilia, agresión física, fraude, hostigamiento, violencia sexual, económica, política y complicidad.
Hasta el momento, no ha habido un pronunciamiento oficial por parte del partido, por lo que podemos asumir que no se tomaron acciones al respecto. Si desde el PCM pueden desmentirlo, y en realidad estoy comentando información errada, que lo digan y hagan valer su derecho de réplica. Han de saber que en tal caso, por simple ética, corroboraré con las víctimas.
Por ahora, esto es una deuda con todas las mujeres trabajadoras del país. Si el silencio se mantiene, todo lo que escribo a continuación debe pasar a segundo plano.
Es imperativo tener una candidatura de izquierda.
El diagnóstico del PCM y su candidato me parece correcto: ambas opciones electorales hoy representan el sostenimiento del orden capitalista y sus implicaciones para el régimen político. Por ello, no resolverán los problemas del pueblo. Morena ha cooptado y desmovilizado a los movimientos sociales de inicios de siglo; y hoy no tiene nada que ver con la izquierda. Yo lo veo, con sus reservas, como lo que hizo el Partido Nacional Revolucionario (PNR), ahora PRI, con el movimiento de la Revolución Mexicana.
El programa del PCM parece una opción para quienes caminamos con las causas progresistas, populares, la izquierda o los socialismos. Sin embargo, además de las denuncias, hay más cosas que me preocupan. Aunque en entrevista con La Jornada, el candidato negó ofrecer el estalinismo como la alternativa, lo cierto es que el PCM no reniega de Stalin. Por poner un ejemplo, el 9 de febrero, Marco Dávila publicó en su cuenta de X (antes Twitter): “Las cárceles deben dejar de ser centros de tortura y entrenamiento criminal, y convertirse en colonias de trabajo obligatorio”, haciendo clara referencia a los gulags, uno de los peores y más infames crímenes de la Unión Soviética. Estoy convencido de que se puede reconocer a la Revolución de Octubre y a la URSS sin hacer apología de Stalin y sus crímenes, quien además representa una figura contrarrevolucionaria y de abandono al internacionalismo.
En otros temas, decepciona que la cuestión medioambiental sea mencionada de manera secundaria y no como lo que es: el punto más álgido de las contradicciones capitalistas, que dirige al mundo entero hacia el desastre, la devastación y la muerte.
La estrategia y su comunicación
Existe ambigüedad respecto a si el PCM busca realmente la presidencia. Marco Vinicio asegura que no se trata de una campaña simbólica ni derrotista, pero al mismo tiempo afirma que no han abandonado la revolución socialista. Tampoco llama a levantarse en armas, y en cambio argumenta estar en un proceso de acumulación de fuerzas y la conformación de un frente amplio para irrumpir en la sociedad desde que inicie el próximo sexenio. ¿Esto último equivale a aceptar que no ganarán las elecciones? ¿En caso de que llegaran al poder mediante las urnas, instaurarían una república socialista mediante reformas? Me gustaría ver más claridad de su parte.
En su recién iniciada campaña, han buscado a sindicatos, varios de los cuales están en huelga, que ondean banderas rojinegras, símbolo del anarcosindicalismo. Esto me hace pensar hasta qué punto intentarán ampliar su frente: ¿Buscarán a otros grupos comunistas y socialistas? ¿Qué hay de las izquierdas menos radicales? ¿Permitirán que los pueblos indígenas se involucren? ¿Reconocerán al EZLN? ¿Alcanzarán la dignidad y movilización de Marichuy, vocera del Congreso Nacional Indígena para las elecciones del 2018?
Está claro que el PCM busca influir en el proletariado… ¿Pero qué tanto se le permitirá al proletariado influir en el partido? Sólo el tiempo nos lo dirá. “La campaña comunista es el diálogo, la conversación y el debate sobre los grandes problemas qué los trabajadores enfrentan cotidianamente […]” han dicho, entonces, que esta columna abone al debate. Si el partido pretende ser la vanguardia del proletariado, deberá estar listo para aceptar el escrutinio de éste.
Lo que es innegable, es que las cosas no pueden seguir tal como están en el país —y claro, en el mundo.