¿Somos los malos?
Hablemos sobre el neocolonialismo en África y cómo el pueblo de Níger lo está desafiando.
Artículo escrito por: Ana Luz Sánchez
La mención de África a menudo evoca imágenes de pobreza, hambruna y escasez de recursos; estereotipos que han sido explotados por organizaciones internacionales y occidente en busca de soluciones para estos problemas. Sin embargo, debajo de la superficie de estas estadísticas se encuentra una realidad compleja y arraigada: el neocolonialismo.
El caso Níger
La independencia que muchas naciones africanas obtuvieron hace décadas plantea la pregunta crítica de: ¿A qué costo se logró esta aparente libertad? El ejemplo de Níger ilustra como los problemas persisten a pesar de la independencia, país en el que según el Banco Mundial, el 50.6 % de la población nigerina vive en la pobreza y el 47.7% de las infancias padecen de desnutrición.
En este contexto, las declaraciones del general Abdourahamane Tchiani, líder del golpe de Estado en Níger, sobre la ineficacia de las estrategias de seguridad y la dependencia de socios externos, señalan una dinámica más profunda.
El legado del colonialismo
El legado del colonialismo europeo sigue latente en África, y la influencia de países como Francia, que en su momento colonizó naciones africanas como Níger, Burkina Faso y Mali, persiste a pesar de la independencia formal.
A medida que estos países europeos se retiraron oficialmente de África, dejaron una huella económica y política que sigue marcando la región. Esta persistencia se ha manifestado en relaciones comerciales y acuerdos económicos que favorecen a los países europeos, así como en prácticas para la “cooperación internacional para el desarrollo” que a menudo se ha transformado en una forma sutil de neocolonialismo.
El neocolonialismo se refiere a la prolongación de la influencia de las antiguas potencias colonizadoras sobre sus ex colonias, incluso después de que éstas últimas hayan alcanzado la independencia. Esta forma de dominio económico y político sigue siendo perjudicial para los países en desarrollo, ya que puede restringir su capacidad para tomar decisiones autónomas.
Además, fomenta políticas inequitativas y la explotación de los recursos naturales de las naciones colonizadas en beneficio propio de las colonizadoras. Estas naciones requieren medidas audaces y decisivas para alcanzar una auténtica independencia económica y política. El neocolonialismo en África es una triste realidad que ha dejado una huella negativa en numerosos países del continente.
La realidad
Desafortunadamente, el hablar de un proceso para que África, o en éste caso en concreto Níger, se deshaga de la influencia de los hegemones para desarrollarse por su cuenta es más complicado de lo que parece. Ya que, claro, para tener la certeza de que no están solos al momento de realizar éstas acciones, Rusia, a través del grupo Wagner, declaró apoyo al movimiento y se han visto ondear banderas rusas en las manifestaciones en Níger que apoyan al golpe mientras que las banderas francesas son quemadas. Y eso no debe sorprendernos ya que Francia es quien más ha abusado de la extracción de recursos naturales de Níger desde la colonización en el siglo XIX.
Así, Níger se convertiría en un peón más del juego geopolítico de los hegemones, que consta en tratar de entender cómo ganar un poco más de poder e influencia en la región, que al parecer se verá dividida por las influencias externas.
Por un lado, están los países que debido a los intereses creados con occidente y que en su mayoría forman parte del Comunidad Económica de Estados de África Occidental, y por el otro lado Níger, que no está sólo. El pueblo de Mali decidió en su nueva constitución que el francés ya no sea denominado como una lengua oficial en el país y, junto con Burkina Faso y Guinea declararon su posición en contra del uso de la fuerza en Níger.
Las implicaciones
Estas implicaciones no niegan o justifican el uso de la violencia en la región, pues es preocupante debido a las repercusiones que habrá en cuanto a desplazamientos forzados o destrucción de territorios pero no cabe duda de que hoy más que nunca debemos reflexionar hacia dónde se dirigen las corrientes geopolíticas.
Hay procesos de deglobalización, países comerciando en rupias o en yuanes en lugar de dólares y el Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres, declaró que en 2021 el Fondo Monetario Internacional (FMI) asignó más de 650.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro, que son son un activo internacional creado por el FMI para aumentar las reservas internacionales y facilitar las transacciones entre países miembros.
En este sentido, los países de la Unión Europea, recibieron 160.000 millones de dólares por parte del FMI, mientras que los países africanos tan solo 34 millones.
Asimismo, Guterres ha criticado el sistema Bretton Woods, de donde surgieron el FMI y el Banco Mundial. Y si faltara algún otro representante de un grupo de interés en el mundo, el propio Papa Francisco denunció al “colonialismo económico que esclaviza” a África en su reciente visita a Kinsasa, capital del Congo.
A final de cuentas, depende de cada país hasta donde permiten que los hegemones se inmiscuyan en su política exterior e interior y de qué lado del tablero quieren jugar. Pero podrían tener una tercera opción, en lugar de ser meros peones en el juego geopolítico, estos países deben aspirar a liderar sus propios destinos y aprovechar su potencial innato para obtener el lugar prominente en la arena global que les fue arrebatado hace mucho.