Permiso para atacar
Reflexiones sobre los ataques a la prensa desde el oficialismo y lo que significa ser comunicador político en tiempos de la 4T.
Artículo escrito por: Marina Román
Puedo asegurar que casi todas las personas mexicanas hemos escuchado, visto videoclips o sintonizado “la mañanera” de nuestro presidente López Obrador.
La conferencia de prensa matutina transmitida diariamente desde Palacio Nacional es una estrategia mediática que ha cambiado el proceso de comunicación política en el país; se busca emitir mensajes e informar sobre los problemas más apremiantes de la nación directamente hacia la ciudadanía, sin la intervención y digestión de dichos mensajes a través de la prensa como vehículo de alcance.
El pan de cada día
En papel, se trata de una estrategia novedosa por parte de la autodenominada Cuarta Transformación. Ya que, históricamente, era un hecho insólito ver al máximo responsable del Ejecutivo dirigiéndose al país con tanta frecuencia y de manera tan espontánea. En la práctica, creo que ha resultado ser un ejercicio perjudicial para tanto quienes consumimos, como para quienes hacemos periodismo. No me parece el ejercicio de democratización del manejo de la información que proyectaba ser.
Día tras día, nuestro presidente elige atacar periodistas locales y extranjeros que cubren las acciones de su gobierno. Ejemplos de estos ataques son las confrontaciones que ha tenido el presidente con la periodista Nayeli Roldán y sus menciones invalidantes a la labor que realiza la organización Artículo 19, cuya principal razón de existir es defender los derechos de libertad de expresión. También ha sido durante este gobierno que se contrató el software de espionaje Pegasus, entre el 2019 y el 2021.
En este contexto, de acuerdo a un proyecto en conjunto entre Citizen Lab y las organizaciones Artículo 19, R3D y SocialTIC, han habido 76 ataques contra 12 objetivos, entre ellos activistas, periodistas y familiares de periodistas. Todos estos crímenes de espionaje siguen impunes.
Dominique Wolton (1992) conceptualizó la comunicación política como:
“el espacio donde se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse públicamente sobre política: el gobierno, los periodistas y la opinión pública, esta última a partir de sondeos de opinión”.
Partiendo de ese concepto, me atrevo a decir que la relación prensa-gobierno nunca ha sido del todo apacible, pero creo que en el clima político actual, la confrontación ha llegado a un punto dañino.
Cuando el propio presidente hace comentarios refiriéndose a que los “buenos” periodistas son “prudentes” y hace declaraciones que parecen amenazas a quienes cubren sus conferencias de prensa es como si se legitimara el ataque a periodistas, misma idea que permea hacia los funcionarios estatales y la opinión pública. Por ejemplo, cuando en “la mañanera” del 19 de abril del 2019 dijo: “si ustedes se pasan, pues, ya saben lo que sucede”.
El caso mexicano
En un país donde la criminalidad e impunidad abundan, la labor de informar es fundamental. Sin embargo, en México, el crimen organizado, la invalidación de la labor periodística por parte de quienes tienen estrados en el gobierno del país, y la condición de precarización que predomina en quienes buscan ejercer y vivir de hacer periodismo, crean una trifecta perfecta que crea un ambiente hostil para laborar en esta industria.
Según datos de la Comisión para la Protección de Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), México ocupa el sexto lugar en el Índice de Impunidad del CPJ para el 2022, que evalúa a los países donde los periodistas mueren asesinados por ejercer su labor. Mientras que ocupa el sexto lugar, se trata del país con más casos registrados sin resolver de periodistas asesinados dentro de los países que conforman el índice y el país más peligroso del hemisferio occidental para ejercer la profesión.
Creo firmemente que la libertad de prensa es fundamental para las sociedades democráticas y participativas. También creo que los comunicadores políticos jugamos un rol esencial en el momento en que las instituciones fallan. No obstante, no pretendo idealizar la profesión y romantizar lo que hacemos. Eso se contrapondría con mi ideal personal de hacer periodismo desde un lugar de esperanza, de creer que hay imaginarios de un futuro mejor cercano a nosotros y poder contar las historias que nos llevarán a ese punto. En fin, ¿qué es vivir sino existir en medio de la contradicción?

El periodismo sirve a los ciudadanos
En los últimos años, la manera en que consumimos noticias ha cambiado rápidamente. Parafraseando a la autora Patricia Lockwood en su libro No one is talking about this, pasamos de la tragedia a los memes en cuestión de segundos, sin procesar emocionalmente las diferencias entre lo que acabamos de ver. Pasamos de ver los estragos que deja un desastre natural, a vídeos de comedia y regresamos a notas de la violencia que acecha al país. Nos vemos abrumados e insensibles en la infodemia que habitamos.
Ahora bien, creo que en un mundo tan cambiante, la labor periodística sigue siendo fundamentalmente la misma. Citando a Nayeli Roldán en una de las conferencias matutinas del presidente: “el periodismo sirve a los ciudadanos”. Así que no, Señor Presidente, no es nuestra labor “portarnos bien” con usted.
Nuestra labor radica en escuchar, aprender y hacer eco de las voces en las cuales creemos que hay una historia que vale la pena contar. Sí, se vale cuestionar a la persona detrás de la pantalla del artículo o vídeo (sí una persona detrás del contenido, porque soy fiel creyente de que sin importar los avances de la inteligencia artificial, siempre debemos ser personas contando historias sobre personas), el cuestionamiento es parte del ejercicio iterativo que construye el periodismo y forja opiniones. Lo que no se vale es desestimar la labor de rendición de cuentas, transparencia y evaluación de políticas públicas y resultados de lleno, solo porque no estamos de acuerdo con la conclusión.
En conclusión
Me dirijo a todas y todos los funcionarios públicos cuando digo que mientras que nuestra labor y compromiso como periodistas es informar con la verdad a la ciudadanía, su labor como funcionarios es hacer política con la ciudadanía en el centro de sus acciones, no responder a sus propias agendas e intereses partidistas.
En cuanto a la opinión pública, y también como un recordatorio personal: somos nosotros quienes estamos a cargo de nuestra alfabetización mediática. Mientras más nos acercamos al período electoral, no puedo enfatizar lo suficiente la importancia del diálogo y el cuestionamiento previo a tomar decisiones. Al fin y al cabo, somos también un eslabón primordial en este proceso de comunicación política.