Artículo escrito por: Saúl Vega De Ita
Dubái, ciudad de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) conocida por sus lujos y derroche, fue el diciembre pasado sede de la COP28 de Cambio Climático. La presidencia emiratí de la conferencia calificó el resultado como un “consenso histórico”, mientras activistas de todas las edades y latitudes vimos otra oportunidad para actuar desvanecerse ante nuestros ojos.
Introducción en corto a la COP de Cambio Climático
La Conferencia de las Partes (COP por sus siglas en inglés) es la reunión anual de los miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC o UNFCCC en inglés).
La sede y presidencia de este evento va cambiando año con año, rotando según las regiones de las Naciones Unidas. En la conferencia, los países (partes) llegan a acuerdos sobre las políticas climáticas que han de implementar según objetivos comunes establecidos en este mismo foro, pero con compromisos nacionales determinados interna y voluntariamente.
No hay sanciones para aquellos que no cumplen con sus responsabilidades, y a diferencia de otros espacios de Naciones Unidas, las decisiones se toman por consenso de todos, no por votación. En este “juego” los países forman grupos de negociación según su afinidad de opiniones, y aunque no hay derecho de veto, las posiciones de los países más poderosos (como China, Rusia y los Estados Unidos) son dominantes e influencian las de los demás, especialmente dentro de sus grupos. Bajo esta Convención se firmó el famoso Acuerdo de París en 2015.
¿A qué se llegó este año?
En las COPs se discuten una gran variedad de temas, aunque cada año hay algunos que acaparan la atención. En esta última ocasión, fue crucial la negociación del Balance Mundial o Global Stocktake, que habría de evaluar los avances para cumplir las metas del Acuerdo de París y servir como guía para los compromisos ambientales hasta el final de la década.
Se esperaba que la primera mención a los combustibles fósiles en la historia de las COPs fuese una instrucción clara para su eliminación progresiva hasta su abandono, pero en su lugar se acordó “hacer una transición que deje atrás los combustibles fósiles”, traducción a la que llegó la periodista Tais Gaeda, pues el texto original en inglés dice “Transitioning away from fossil fuels in energy systems”, y generó discusión sobre lo que realmente significa.
No sólo hubo un lenguaje débil en esto, sino que todo el documento se quedó en “recomendaciones” bienintencionadas, como el triplicar la capacidad de energías renovables para 2030.
Alianza sociedad civil - juventudes - Sur Global
He notado que desde la COP 27 del año antepasado en Egipto ha sucedido algo inusual: una afinidad de posiciones que va más allá de los grupos de negociación y los países miembros. Sociedad civil y juventudes, que participan como observadores en la Conferencia, lograron en 2022 formar un frente en común con los países del Sur Global para defender la agenda de Pérdidas y Daños, resultando en el establecimiento del Fondo, un mecanismo financiero para reparar las consecuencias de la Crisis Climática que no pudieron evitarse en los países del Sur.
Al respecto, a inicios de la COP28 distintas naciones anunciaron aportaciones a este fondo, felicitándose a sí mismas, con EAU a la cabeza. Sin embargo, el total de recursos aportados fue de $770.6 millones de dólares, que sólo representa el 0.2% de lo necesario anualmente.
En Dubái pudimos ser testigos de este mismo frente de actores, que además de impulsar las negociaciones sobre Pérdidas y Daños, fueron quienes insistieron una y otra vez en el lenguaje frontal para el abandono de los combustibles fósiles. Los países más poderosos, en su carácter de imperialistas, lograron modificar el texto propuesto para hacerlo más débil y ambigüo, pero no pudieron hacer oídos sordos al tema. Esperemos poder seguir viendo este ejemplo de solidaridad internacional en los años que vienen.
Negociaciones climáticas: ¿negocio para quién?
La asistencia de representantes de la industria petrolera en las negociaciones ha sido objeto de denuncia pública en los últimos años. En 2021, hubo 503 lobbistas, en 2022 hubo 636 y en 2023 un récord de nada menos que 2,456—según información de Kick Big Polluters Out. Es más, el presidente de la COP28, Sultan Ahmed Al Jaber, además de ser ministro de industria de su país, es el director de la petrolera estatal Abu Dhabi National Oil Company, que es la octava petrolera estatal que más emisiones de gases de efecto invernadero ha producido desde 1965, según reportó The Guardian en 2020.
Ahora nos enteramos de que el futuro presidente de la COP29 en Azerbaiyán, Mukhtar Babayev, trabajó por 26 años en la State Oil Company of the Azerbaijan Republic. Mientras tanto, juventudes activistas y representantes indígenas volvieron a enfrentar una exclusión institucional al evento, con grandes retos para obtener acreditaciones, visados y financiamiento.
Esto es una vergüenza que golpea la legitimidad de la CMNUCC/UNFCCC. No ha de sorprender entonces el impulso de falsas soluciones climáticas como el gas natural, los bonos de carbono y la captura mediante tecnología que aún no se ha desarrollado, y la resistencia a implementar el lenguaje para el abandono de los combustibles fósiles.
El 2023 fue el año más caliente del que se tiene registro… ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para tener avances reales? Sólo el impulso de la gente hará que la geopolítica climática se mueva hacia escenarios más favorables para la vida.