Los nuevos libros de la SEP: una oportunidad perdida
Pretendemos querer enseñar lo mejor a las infancias mexicanas, pero el mismo debate sobre los nuevos libros de textos mostró nuestra clara intolerancia.
Artículo escrito por: Raúl Castañeda
El pasado mes de agosto la Secretaría de la Educación Pública dio a conocer cuáles serían los nuevos libros gratuitos con los que empezaría el ciclo escolar 2023-2024. Esta noticia causó mucho revuelo puesto que los libros sorprendieron en los temas que presentaban.
Los nuevos libros de texto
Se resaltaba el hecho que mencionara temas actuales en cuanto al género, la homosexualidad y homopaternidad, así como temas de educación sexual que ciertos sectores consideraron bastante explícitos. Todo esto causó preocupación en parte de la sociedad, así como fuertes críticas de la oposición al gobierno federal. Diversas asociaciones de padres interpusieron amparos que, hasta la fecha, han suspendido el proceso de entrega de los libros en diversos estados de la república.
He de decir que a primera vista cuando se publicaron los libros me incliné a oponerme a los mismos, con causa justificada; ya que, a pesar de lo que expondré más adelante, de ninguna manera justifico que tengan errores científicos, ortográficos, o que incluyan dinámicas pedagógicas que me parecen con poco tacto a las edades de los estudiantes. Lo que me terminó por intrigar más fue la reacción a los libros y en particular de los grupos opositores.
Una perspectiva docente
En una charla con la dirección de una escuela pública en Monterrey de la Zona Norte 48, se comentaba que no hay mucha sorpresa con los libros. Uno se inclinaría a pensar que los errores y los temas nuevos y percibidos como controversiales ponen a los maestros en un estado en donde van a tener que trabajar doble al tener que corregir sus errores o reinterpretar sus contenidos, pero en realidad no parece ser el caso.
En primer lugar, se resaltó el hecho de que por primera vez, al menos en esa escuela, no hay un desabasto de libros. Es decir, al menos en la zona llegaron todos a tiempo, cosa muy poco común en ciclos pasados. Por otro lado, el comentario de la dirección giró en torno a criticar que el discurso sobre de los libros parecía poner a éstos como el centro de la educación, como si fueran lo único que tienen los maestros para trabajar.
Los libros, como cualquier otro año –comentaba la dirección de la escuela– son igual de sesgados. El trabajo de los maestros no es entonces el apegarse a un libro de texto, sino seguir un plan de educación que defina aprendizajes e innovar dentro del salón de clases para conseguir que el alumnado obtenga los conocimientos y las competencias necesarias. No parece molestar a los maestros la introducción de contenidos, al contrario, dentro de esta charla se recalcó un reconocimiento por intentar abrir la discusión acerca de temas nuevos.
La reacción por el sector conservador de la sociedad es bastante ingenua pensando que un niño no va, ni debe de ver estos temas, cuando no hace mucho la primera mujer trans ganó uno de los programas de televisión con más rating en los últimos años.
Una oportunidad perdida
Esta era una gran oportunidad para poder abordar temas actuales, la sociedad en general y los niños en particular están ya inundados por los medios de comunicación por las nuevas cuestiones acerca de las identidades de género, la diversidad sexual, los diversos tipos de familia, etcétera. ¿Por qué esperar a que aprendan a través de los medios o las redes sociales y no dentro de los espacios seguros que pueden representar sus escuelas?
La educación pública en México definitivamente no es nada que aplaudirse, pero creo que el discurso en torno a los libros se ha distorsionado a culpar del atraso en materia educativa del país a los contenidos y valores que se enseñan dentro de ellos.
Lo que trato de decir, es que los libros terminan siendo igual de cuestionables que el hermetismo que muestra el resto de la sociedad por negarse a nuevas maneras de enseñanza y la promoción de que el alumno conozca, no “valores incorrectos” como señalan los opositores de los libros, sino que conozca las cosas que ve en el mundo día a día, en los medios, en la calle, en redes sociales, etcétera.
Derecho y Educación
Esto parece nacer de un desentendimiento profundo de los derechos. Si bien es claro que los padres tienen derecho a decidir sobre la formación de sus hijos, este derecho no se impone frente al derecho a la educación de los niños y niñas para acceder a los centros y materiales que tiene para ofrecer la educación pública. Por ejemplo, la sentencia de una de las suspensiones al reparto de libros, otorgada a través del amparo, y que se celebra como victoria en contra de los contenidos de los mismos, apoya este último punto:
“El libre desarrollo de la personalidad se logra con las herramientas educativas que se obtienen en la escuela, con independencia de la importancia de la formación de principios y valores en casa.”
Pongámonos serios
Tómese esta columna no como una defensa incondicional de los libros. La poca seriedad al proceso formal que marca la ley, como la falta de capacitación a maestros desde hace muchos ciclos, la oscuridad del proceso, y los errores editoriales de los libros creo que son indefendibles.
Sin embargo, es fundamental empezar a hablar respecto a estos nuevos temas en los contenidos educativos. La crítica que pretende hacer esta columna a la reacción frente a los libros y al papel que se les da a estos simplemente pretende empezar a hacer seriamente la pregunta de: ¿Qué se debe aprender en la escuela?
Excelente análisis. El debate seguirá porque es agenda política de la llamada "oposición". Por eso el Presidente habla mucho de los CONSERVADORES. Estos no quieren cambios de ninguna naturaleza porque sienten que estarán perdiendo sus privilegios de muchos años. A ellos poco les interesa los libros te texto gratuito. Es más, siempre han estado en contra de ellos. Porque sus editoriales no ganan en esto. Falta mucho por ver, hay temas controversiales pero como dices tú mi Lic hay que debatirlos a la luz del presente real