Los dos Arévalos y la democracia
Juan José y Bernardo, padre e hijo, ganaron la presidencia de Guatemala. Juan José la perdería en un Golpe de Estado orquestado por Estados Unidos; Bernardo sería apoyado por el gigante norteamericano
Artículo escrito por: María Fernanda Rodríguez
Bernardo Arévalo, quien recientemente fue electo como presidente de Guatemala, denunció la posibilidad de un golpe de Estado por parte del poder judicial del país. Dicha controversia movilizó a cientos de ciudadanos que votaron por el candidato del Movimiento Semilla para la presidencia. Asimismo, otras naciones, en particular Estados Unidos (EE.UU.), al igual que instancias internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA), exigieron tomar las medidas pertinentes para alcanzar una transición del poder pacífica y democrática.
¿Desde cuándo?
Esta cuestión comenzó hace meses, cuando, de cara a las elecciones presidenciales de 2023, se acusó al actual gobierno de Alejandro Giammattei de entorpecer el proceso democrático. Los contendientes denunciaron los varios obstáculos que interpusieron las instituciones electorales, incluyendo instancias judiciales, con el fin de dificultar la postulación de varios candidatos. En este caso, se enfatiza que anteriormente se les había acusado a Giammattei y su gobierno de persecución política y censura.
En la primera vuelta de las elecciones, Sandra Torres, candidata por el partido Partido Unidad Nacional de la Esperanza y ex primera dama de Guatemala, se presentaba como la favorita. Sin embargo, dichos comicios dieron un giro inesperado al presentarse Bernardo Arévalo como un sólido rival, lo que derivó en la segunda vuelta de las elecciones.
¿Quién?
Durante la contienda electoral surgió una pregunta esencial: ¿Quién es Bernardo Arévalo? Los medios comenzaron a cuestionar la identidad de Arévalo.
Constantemente, es descrito como un político que hace poco no figuraba en la vida pública de Guatemala, un outsider. Ningún medio olvidó, sin embargo, el detalle más revelador sobre Bernardo Arévalo: su herencia política y parentesco, al ser hijo del antiguo presidente guatemalteco, Juan José Arévalo.
Juan José Arévalo sobrevive en la memoria del primer respiro democrático en Guatemala. Era 1944 cuando, por primera vez, se llevaron a cabo elecciones para la presidencia de Guatemala ante el fin de la dictadura militar de Jorge Ubico; de las cuales resultaría ganador Arévalo, un académico exiliado en Argentina hasta el golpe de Estado de 1943.
El primer Arévalo, según describe la historia, tenía la aspiración de brindar a la población, marginada durante décadas, una nueva forma de bienestar para consolidar el Estado democrático de Guatemala. Lo anterior, desencantó a las compañías estadounidenses instauradas en la zona. Sin embargo, no fue hasta el gobierno de Juan Jacobo Árbenz, sucesor de José Arévalo, que se dio de nuevo un golpe militar, asistido por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés); esto en aras de la paranoia estadounidense frente al “virus comunista” al inicio de la Guerra Fría. Finalmente, ante la instauración de un nuevo gobierno militar, Arévalo se vio obligado a exiliarse fuera de Guatemala, situación que heredó a sus hijos.
Los Arévalo
Hay que rescatar el papel histórico que juegan los Arévalo en la memoria popular de Guatemala, como protagonistas frente a la reestructuración política del país; cuya legitimidad democrática actualmente está en duda.
Además, hay una característica esencial sobre esta historia: la injerencia estadounidense. En realidad, el golpe a Árbenz es históricamente reconocido como la primera intervención estadounidense en la región, suceso que costó al país centroamericano un rezago sociopolítico que aún tiene efectos sobre su población.
Por eso considero que “aún” es la palabra clave, pues, como se mencionó al inicio de esta columna, el gobierno de EE.UU. ha externado su creciente “preocupación” por preservar la victoria de Bernardo Arévalo y, en última instancia, la democracia guatemalteca. Lo anterior, con ayuda de la OEA, organización que ha fungido como observadora y, ahora, mediadora entre el gobierno actual y el gobierno electo; sin olvidar, no obstante, que ha sido una instancia acusada de favorecer los intereses estadounidenses en el pasado. Una vez más, ante está discusión hay que preguntar: ¿Por qué?
Si bien Bernardo Arévalo fue acusado durante su campaña de intentar instaurar un régimen comunista en el país, al llamarse progresista, y de desfavorecer al sector empresarial y económico; parece que el gobierno estadounidense encontró un aliado en Arévalo. Primero, las dificultades entre el gobierno de Giammattei y el estadounidense se han incrementado ante las acusaciones de corrupción y persecución política de la actual administración guatemalteca.
A la par, Bernardo Arévalo se posicionó como el candidato anticorrupción, lo cual solucionaría, supuestamente, los problemas sociopolíticos y económicos que aquejan a la población guatemalteca y que, a su vez, atañen al país norteamericano.
¿Cómo? Se preguntará el lector, en última instancia, se presume que esto disminuiría la migración irregular de Guatemala hacia EE.UU., una cuestión fundamental para el gobierno norteamericano. Finalmente, EE.UU. necesita un aliado en la región, pues el auge de los gobiernos autoritarios, — Nicaragua, El Salvador, por mencionar algunos casos —, y la violencia política han trascendido hasta afectar los intereses norteamericanos en la región.
La memoria histórica
Es valioso hacer memoria de la historia que, a veces, parece haber quedado obsoleta con el paso del tiempo. En los últimos ochenta años, diversos grupos políticos y sociales combatieron la inestabilidad política que se había asentado en el territorio para obtener los derechos políticos que contribuyen a consolidar una nación democrática. En realidad, ante los múltiples esfuerzos por desvanecer a la oposición, la democracia triunfó de nuevo en los comicios del pasado 20 de agosto; no obstante, ante los intereses de unos u otros aún peligra este ejercicio político, que es esencial salvaguardar.