El casino de Andrés Manuel y la apuesta judicial
Lo que queda claro hasta ahora, es que a unos les urge apostar, ganar, dejarlo todo y al Presidente le urge ser juez.
Artículo escrito por: Enrique Blanhir
Despentes, la maestra de Francia, en su aclamada serie novelesca Vernon Subutex, explica que:
“La vida suele jugarse a dos manos, en el primer reparto te amodorra haciéndote creer que controlas, en el segundo, cuando te ve relajado e indefenso, te pasa por encima y te destroza.”
Y la realidad es que el mundo se juega su vida en las dos manos de Despentes. Está sentado, eternamente, esperando que el crupier le reparta las cartas que ha de jugarse en la mesa apostándolo todo.
Las mesas donde se juega
Cada persona tiene una mano o la otra, sin distinción de nada, incluso Andrés Manuel está a la orilla de una de las mesas, jugando con una pericia de esas que hacen que termines expulsado del casino pero con una fortuna digna de los más grandes maestros. El problema, el único problema, es que no se trata de cartas, ni de manos, ni siquiera de juegos de azar, sino de un país y la tranquilidad de su gente.
El Presidente está en la primera de sus manos, amodorrado y creyendo que lo controla todo, y con esa confianza decidió cambiar las cartas por la política que tanto le gusta, y acomodar la mesa para su salida triunfal, esa donde ya no solo el ejecutivo y legislativo están en sus momios y apuestas, sino en donde también figura el poder judicial.
El juego de AMLO y Zaldívar
Así, Andrés Manuel decidió jugársela con Zaldívar y este con Andrés Manuel, solo que lo de Arturo ha sido un acto descarado y de pocos matices. Después de auto-catalogar su carrera judicial como vanguardista y de importantes criterios judiciales, y de presentar su renuncia a la Suprema Corte por considerar marginal su aportación, llegó a sentarse, casi de inmediato, a un lado de la mesa donde Claudia Sheinbaum se juega su apuesta.
Pero Zaldívar es un jugador de cuidado y preparó su mano desde hace mucho, y es que se dedicó a todo menos a ser ministro: primero, impulsando por debajo de la mesa la reforma judicial del Presidente y, luego, convirtiendo su oficina en una especie de estudio para la publicidad y las redes sociales, situación que no hacía más que anunciar que estaba harto del poder judicial pero enamorado del panorama político. Esa fue la primera mano de Zaldívar.
La realidad, es que Arturo se arrimó al trébol que más sombra le daba y ese era el del partido presidencial. Lo que Andrés Manuel hizo muy bien, fue ofrecerle la bolsa más grande al apostador más compulsivo y este, sin dudarlo, la aceptó casi de inmediato y con la misma premura comenzó una campaña de reconocimiento que le fuera suficiente para insertarse, como pieza de rompecabezas, en la armada morenista.
Una Nueva Etapa
Zaldívar, que dejó de ser ministro hace poco pero juez desde hace mucho, supo aceptar a su nueva familia y convertirse en el soldado más importante de una de las prioridades del Presidente: la reforma judicial. Como infiltrado no pudo, ¿desde el exterior y con una campaña abierta y directa, podrá?
Su renuncia tiene dos efectos importantísimos para la Presidencia, primero, hacerse de un hijo adoptivo y colocarlo a un costado de Sheinbaum y, segundo, dejar vacante un espacio en la Corte que ocupará, seguramente –y si las cuentas no fallan– otro personaje muy particular.
La famosa terna…
Cuando Andrés Manuel presentó su terna, ante la mirada perspicaz de los demás jugadores, relució el nombre de Bertha María Alcalde Luján, quien al margen de su carrera política y judicial, destaca por los reiterados intentos del Presidente por colocarla en un puesto de alto rango o de las mismas características que el que hoy ocupa su hermana.
La cercanía de la familia Alcalde Luján a Andrés Manuel no es ningún secreto. Arturo Alcalde y Bertha Luján son amigos íntimos del Presidente, la última, incluso, fundadora y dirigente principal del Movimiento Regeneración Nacional. Por su parte, la hermana y actual Secretaria de Gobernación parece hacerse de cualquier Secretaría de Estado con una habilidad abrumadora. Ahora, Bertha María, tras el fracaso por colocarla como principal cabeza del Instituto Nacional Electoral, se posiciona como la candidata más fuerte a ocupar el lugar vacante por Zaldívar, sin una carrera suficiente que la respalde, pero sí con las relaciones y condiciones necesarias para hacerlo.
Lo que queda claro hasta ahora, es que a unos les urge apostar, ganar, dejarlo todo y al Presidente le urge ser juez. A López Obrador le dejó de gustar la Presidencia cuando no pagaba lo suficiente y ya tenía ganada, incluso, la del próximo sexenio. Dejó de gustarle el ejecutivo cuando comprendió que no existía una fuerza política opositora lo suficientemente fuerte para arrebatarle su mano. Dejó de querer gobernar, cuando lo único que restaba era la apuesta judicial.
Así, entre y unos y otros, el casino se nos empieza a llenar. Entre unos y otros las apuestas más grandes ya tienen cubiertas las ganancias. Así, empezó a llegar seguridad al lugar donde la casa nunca gana y donde los jugadores tendrán que tener cuidado, porque en el peor de los casos, se encuentran en su segunda mano, esa que los tome relajados e indefensos, que les pase por encima y los destroce.